martes, 28 de julio de 2009

Explicación en colores


Desde siempre, los días tienen colores. A ver, quiero decir, desde que me aprendí los días de la semana los identifico inevitablemente con un color. Tengo la extraña convicción de que cada uno de ellos está caprichosamente representado por un tono. Relación ésta tan extraña como incuestionable y que además a mi entender nadie debería poner en duda.
Así, mis lunes son de color gris azulado; los martes se me aparecen algo amarillentos o anaranjados; los miércoles y jueves se suceden en la gama de los marrones, aunque los jueves, irremediablemente, siempre algo más oscuros. Los viernes gozan de la plenitud y simpleza del blanco, los sábados siempre fueron de color rosado, tirando a fucsia y los domingos de un azul intenso y brillante. Siempre fue así. Aunque casi nadie lo comprenda. Y si digo casi nadie es porque existe alguien en el mundo que posee la misma excéntrica visión, claro que con algunos matices diferentes y en otros tonos. Y otros agregados irracionales tanto más insólitos, como por ejemplo, ligar lugares o viajes por ruta con un lavarropas o con el pelo de una tía abuela muerta. En resumen, las asociaciones son variadas y cada cual asocia como se le antoja.

La cuestión aquí sería tratar de identificar este asunto de los colores y los días con algún significado más o menos coherente o al menos interesante, tarea a la que no había decidido dedicarme en todos estos años que llevo sabiéndolo, sino hasta hace algunos minutos antes de comenzar a escribir este comentario.
Claro que la única explicación posible debería ser inventada y hasta el momento no se me ha ocurrido ninguna, por lo pronto todas me resultan insuficientes y absolutamente innecesarias.

Papeles preciados










Son tiempos de ocio, reposo y tranquilidad mental (bueno, toda la que se puede). Son días sin tiempo, sin horarios, comer cuando tenés hambre, dormir cuando tenés sueño (bueno, cuando tu hijita de dos años te deja), tiempo de jugar, soñar y aprender a estar a gusto con la propia vida.
Y por qué no son días de revisar los papeles viejos y encontrar en ellos emociones perdidas, apuntes nunca leídos, cuentos nunca terminados,algunos poemas de antes, proyectos inconclusos...
Hoy abrí una puertita (porque no fue un cajón, fue una puertita) donde conviven carpetas de trabajo, facturas de mi ex psicoanalista (la saqué bastante barata) y más de una revista que tal vez ni siquiera sean interesantes, pero están ahí, esperando ver la luz o ser senteciadas al tacho de basura de una vez por todas.
En medio de esos papeles inútiles rescaté uno, valiosísimo: una hoja Rivadavia de carpeta Nº3 (con los agujeros rotos y sin ojalillos, por supuesto) escrita en lápiz negro con una mezcla de letras minúsculas y mayúsculas, y al verla inmediatamente supe de qué se trataba.
Comparto aquí con los lectores su contenido, en especial con el autor del cuento, mi hermano menor, a quien le dedico esta joya para que la publique en su blog o simplemente la guarde para darla a conocer cuando sea un escritor consagrado:


EL GATO VOLADOR


"En el último minuto del partido, agarra la pelota Garfield, pasa a todo el equipo, manda el centro, cabecea Félix y pega en el palo y se escucha el silbatazo final. El partido termina empatado y se definía en dos penales de cada equipo. El primero lo patea Michi y en una estupenda atajada Don Gato ahoga el grito de los no famosos. Es el turno de Tom, patea con todas sus fuerzas y le pega en la cara a Timmy que no puede seguir jugando debido a su hemorragia. El tercer penal le corresponde al Gato Volador que con su derechazo pone el uno a cero para los no famosos. El último penal lo patea Garfield y como Timmy no se recompone el arquero será el Gato Volador.
Garfield toma carrera, llega con sus últimas energías y patea a una punta cuando la multitud aclamaba el gol, el Gato Volador usó su don mágico para sacar esa pelota y darle la victoria a los no famosos. El silencio se apoderó de la tribuna. Los ganadores se fueron festejando y al día siguiente los contrataron para hacer una serie de superhéroes que se llamaría: “El Gato Volador y su pandilla”.