Las invitadas eran cuatro. A decir verdad eran tres, porque la dueña de casa no se invitaba, más bien se inventaba. Lo principal era reunirse y el grupo lo sabía.
Lo que no sabían era que la dueña de casa hablaba sola, o lo que es peor mantenía conversaciones con seres reales a través de un teléfono celular fuera de servicio (que los transformaba automáticamente en irreales) o que se adueñaba de ideas ajenas para pasarse la noche entera escribiendo historias, teniendo la remota certeza de que algún día sucederían.
Así no las inventaba, más bien las invitaba, para que cada noche se fundara el Mito Mágico de la Realidad más Verdadera, la unión de las individualidades indivisibles, la Comisión en Defensa de las Locuras que andan sueltas, la ratificación incuestionable de lo que nadie fuera del grupo puede explicarse.
Sencillo. La reunión consistía en tratar los temas principales. Y ellas lo sabían. Mejor que nadie.
Así no las inventaba, más bien las invitaba, para que cada noche se fundara el Mito Mágico de la Realidad más Verdadera, la unión de las individualidades indivisibles, la Comisión en Defensa de las Locuras que andan sueltas, la ratificación incuestionable de lo que nadie fuera del grupo puede explicarse.
Sencillo. La reunión consistía en tratar los temas principales. Y ellas lo sabían. Mejor que nadie.
2 comentarios:
y si hubiese seguido inventando... Quiero estar en alguna reunión, por favor!.
cuando gustes... deberíamos agregar la salita kindergarten y listo. A inventar!
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