miércoles, 7 de septiembre de 2011

Leer volando

Kryptonita

Leonardo Oyola
Literatura Mondadori, 2011.

No suelo hacer comentarios de libros. Les resultará irónico, pero seriamente no sé hacerlo. No sé bien qué se debe decir para decir algo de un libro.
Pero hay libros y libros. Y con este parece que voy a hacer una excepción.
Veamos. Conocía al autor por recomendación de amigos y porque me encargué de la producción gráfica de una de sus novelas, Bolonqui, que publicó Grupo Norma en el 2010. Pero era tal el “bolonqui” en el que la editorial se encontraba por ese entonces, que hice las valijas y me marché justito unos días antes de que el ejemplar llegara de imprenta, por lo que me quedé con las ganas de llevármelo a casa. (Por supuesto el ejemplar sí llegó a la feria correspondiente, en el momento justo, así que mi misión técnicamente estaba cumplida, pero el libro sin leer).


Mis amigos editores ya me decían que el autor se las traía. Se escuchaban elogios y recomendaciones enfáticas. Pero sus libros, entre tantos, aún me esperaban por ahí, en los estantes de mis amigos, en otras valijas. Leer a Leonardo Oyola seguía anotado en mi lista invisible de cosas sorprendentes por hacer.
Hasta que otra vez me tocaría encontrarme con un nuevo libro suyo, un poco anticipadamente también. Y es que en esta etapa trabajo editando el boletín de novedades de otra editorial, que ahora publicaría su nueva novela, así que un mes antes de que Kryptonita viera la luz, yo ya leía unas pocas líneas para seleccionar los párrafos que la presentarían en sociedad entreviendo que algo muy poderoso estaba por llegar a las librerías y a mis manos. Brevemente puedo decir que cuando leí el alias del protagonista intuí que sería una historia fuera de lo común y supe que la buscaría y que la leería (y casi les diría que hasta supe que me encantaría). Pero como tantas otras cosas del orden intuitivo que me suceden, no puedo explicar muy bien por qué.

Y entonces llegó el día.
Un sábado de sol me encontré con Leonardo Oyola y sus Súper Amigos y no pude dejarlos en todo el día. Interrumpí en la página 105 para ducharme, y mientras me duchaba tuve la certeza de que había interrumpido solo para no terminarla. Para que dure más. Ese día dejé de hacer mis otras cosas para solo leer este libro que ardía entre mis manos. Y eso es todo lo que les puedo decir.
No voy a hablar de estilo de escritura, de organización textual, de psicología de los personajes ni nada de eso que seriamente no sé hacer. Porque si tuve ganas de escribir algo sobre Kryptonita es para hablar de sentimientos, eso que me sale bastante mejor.
Complicidad desopilante, lealtad, sonrisas y tristezas que salen a bailar, valentía en estado puro, aventuras, códigos sagrados: Vidas Súper Poderosas.


Decir que un libro te hizo reír y llorar de un párrafo a otro puede ser un lugar común. Pero si es un libro fuera de lo común, entonces no hay lugar para nada común. Es que es la sonrisa más tuya. Son tus propias lágrimas las que lloran. Y a eso no hay con qué darle.
Decir que un libro fue escrito con poesía es decirlo casi todo. Decir que un libro te saca de la realidad para devolverte mejor parado es decir una perogrullada, pero una muy valiosa.
Decir que te enamoraste de un personaje es un disparate, eso dejénlo por mi cuenta.


Vayan a leerla. Salgan a encontrarse con este libro. Volarán.
Ojalá puedan hacerlo, para entender lo que trato de decirles.










1 comentario:

Flavia dijo...

No conozco al autor, pero un libro puede ser un buen regalo de cumpleaños :)
Besos.
Flavia