A Olivia, con su permiso.
Y en un segundo, regadera en mano, me replanteé mi vida entera. Hay segundos que no pueden contarse en segundos pero sí en certezas. Y así en los días siguientes, segundo a segundo, supe que era posible tomar mi vida con suavidad, tocarla, olerla, y de a poco, ¿por qué no?, replantarla, para que crezca más sana. Y entonces se me ocurrió el juego de las reglas del re-plantado de mi vida. Sé que no hay tales reglas, o más bien sé que los mapas y las listas van cambiando, y que lo que vale es el trazado, el cuerpo, la matriz, la tierra. Sé también (y cada vez mejor porque aprendo mientras riego) que las guias, los tutores, también van pasando: nos agarramos, confiamos, crecemos, subimos junto a ellos hasta que nos sentimos más fuertes, nos soltamos, para trepar con más vigor, con más energía.
Y entonces, como siempre que jugamos un juego, hay reglas, aunque sean transitorias, aleatorias o improvisadas, y hasta algunas veces impostergables, como la vida misma.
Aquí mi versión libre del reglamento del re-plantado de la vida:
1) Se puede bailar mientras se hacen otras cosas.
2) La libertad es a demanda, cada uno administra su dosis.
3) El pago nunca es fácil. El mejor costo es el necesario.
4) Si sale sin nafta, no conduzca.
5) Despertar no es lo mismo que abrir los ojos.
6) No hay que pensar en ayunas.
7) No es obligatorio sonreír, pero es altamente recomendable y algunas veces hasta imprescindible.
Variación corporativa a la regla n°7: Atender al público es atender a la humanidad.
8) Primero hay que saber sufrir, después dejar de sufrir.
9) En caso de duda, elija por el olor.
10) Algunos intentos van bien, nunca descuide esos brotes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario