martes, 27 de septiembre de 2011

"Todo maravilloso"


La frase se la tomé prestada a Bruno, un niño de cuatro años. Sus padres me la contaron hace ya un tiempo en una reunión escolar (nuestros hijos son compañeros). Hablábamos de cómo algunos nenes son más charlatanes y les gusta contar lo que hacen en el colegio y otros (como Bruno) son más reservados y se guardan esas experiencias tan propias y no les interesa eso de andar compartiéndolas mucho. Sus padres contaban que ante la típica pregunta: “¿Qué hicieron hoy en el cole?”, Bruno la mayoría de las veces les contesta con un escueto y contundente “todo”, que ya es mucho pero mucho más interesante que el consabido "nada" que los pequeñuelos tan bien saben utilizar como recurso espantapadres. Pero la anécdota es que un día que ellos fueron por más y se animaron al: “¿Qué es todo?”, Bruno los dejó boquiabiertos con su imbatible resumen del “Todo maravilloso”.
Desde entonces cada vez que lo veo a Bruno (me lo cruzo casi todos los días al entrar o salir del colegio), con sus rulos tan rulos, su mirada sabia y una personalidad tan suya, no puedo dejar de repetir (y sentir) que su idea no es más que el fiel reflejo de su mundo interior: todo maravilloso.
Y a veces cuando voy caminando, pienso, siento y quiero hacer acopio de experiencias fuertes, fugaces, tan mías, tan intensas (como hoy cuando llegué con mi bici hasta el río o hasta el cielo no sé) me acuerdo de Bruno, de sus rulos y de su frase maravillosa.

Y es que los niños saben decir lo que quieren decir. Y es muy refrescante poder estar cerca de ellos. Yo aprendo mucho.

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