jueves, 19 de abril de 2012

¿Qué es lo que uno sabe?


a Victoria










Las charlas en el auto con mi hija, cuando vamos solas, son un momento de conexión especial. A veces salen cosas sorprendentes, espontáneas, curiosas. A pesar de que cada una está en la suya: yo voy concentrada manejando y ella va concentrada mirando el mundo. Entonces, en una esquina, en un paso a nivel, en una pausa le surgen esos pensamientos que a veces parecen venir de antes, que seguramente le quedaron dando vueltas y, entre canción y canción, entre rojos y verdes, se le prende alguna lucecita y dispara sus preguntas, sus reflexiones, sus cuestionamientos, sus temas.
Claro que a veces también se pone fastidiosa o insistente, pero a medida que va creciendo cada vez menos. Claro que a veces me reclama, a veces me pide con exceso, pero siempre me da.
Hace un tiempo me dijo, abriendo ella la conversación, después de un largo silencio: "Mamá, un día me vas a tener que hacer una lista de las cosas que sabés".
No pude despegarme de la idea en todo el día. Me pareció genial su simplicidad para pedir lo imposible y a la vez lo vital. Me quedé pensando, como muchas veces a partir de algo que ella dice, de una manera nueva. Hice bocetos, miles de listas, tachaduras, anexos… también me pareció importante dejar lugar para las muchas notas al pie que se irán agregando...

Mi hija me enseña muchas cosas. Me gusta hablar con ella, escucharla, contarle quién soy, qué puedo y qué no, qué sé y qué no sé, y sobre todo descubrir, cada vez más, quién es ella, y poder ayudarla, de a poco, día a día, pausa a pausa, luz a luz, a tocar el mundo.
Conversar con mi hija me ayuda de paso a saber un poco más quién soy. Y por qué no a registrar, aunque sea como un juego, la lista de las cosas que sé.
Aquí va entonces, hija, un borrador de lo que me pediste aquel día:

Sé andar en bicicleta sin manos.
Sé lo que es mentir, sé lo que es decir la verdad y sé muy bien la diferencia.
Sé por qué llueve.
Sé que comer dulce de batata me da energía inmediata.
Sé que hay sonrisas que curan.
Sé que caminar descalza me calma.
Sé que me hacen bien los abrazos a la hora de la siesta.
Sé lo que es no volver a ver nunca -pero nunca- más a alguien muy cercano.
Sé bailar un rato.
Sé cantar y silbar siempre.
Sé enhebrar una aguja enseguida, hasta las más chiquitas, para remendar algo roto.
Sé que remendar ayuda pero a veces es inevitable cambiar de ropa.
Sé que sirve cambiar de almohada.
Sé que si no alcanzo a ver de lejos, tengo que acercarme.
Sé que el cuerpo sabe.
Sé que algunas cosas se rompen o se pierden para siempre.
Sé que la vida es cambio, es risa, es reparo, es poesía, aventura y juego.
Sé jugar.
Sé reír y hacer reír.
Sé algunos cuentos de dragones y de sapos.
Sé mirarte a los ojos y decirte que no sé.
Sé que hay veces que está bueno no saber.
Sé que los amigos escuchan, que los amigos cuidan, que los amigos salvan.
Sé que el mundo es tuyo.
Sé que el mundo es mío.
Sé que vamos a seguir aprendiendo.
Sé que esta lista es vital e interminable, y que la vida siempre sigue…




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