jueves, 31 de mayo de 2012

Promesas

Cuando mi hermano estaba en coma, prometí a la vida que si se salvaba arrojaría al mar mi planchita del pelo. A decir verdad, prometí que nunca más la usaría y como me parecía una imagen muy poética agregué lo del mar para perfeccionar la promesa. Mi hermano se murió. Hoy, cinco años después, decidí hacerme el alisado definitivo del pelo. "¿Definitivo?", le dije al peluquero sin mayor convicción. "Bueno, es una manera de decir, por un tiempo largo". Bueno, las maneras, peluquero, las maneras. Definitiva era mi promesa, definitiva es la muerte. Con las ondas de mi pelo, hacé lo que te parezca mejor, y que me quede lindo si puede ser.
No hay foto, ni remate, ni moraleja. La vida siempre tiene razón, como dice el poeta. La planchita, mi inseparable, sigue en el cajón. Tengo unas ganas impostergables de ver el mar.

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